«Al sistema educativo le falta la asignatura más importante: cómo ser felices»

Quiso cambiar España y también el mundo. Comprobó que no podía, pero ahora se afana en reilusionar a la gente y ya da conferencias en doce países. Luis Galindo está en las Islas y no para de invitar a una cosa: a ser felices. Tras dar una conferencia ayer en Las Palmas ante 600 personas, que seguían mandándole correos por la noche recién aterrizado en Los Rodeos, hoy lo hará en el auditorio Teobaldo Power, en La Orotava (20:00 horas), mañana en Arona (Infanta Leonor, misma hora) y este sábado en La Palma, en Breña Baja (a las 19:00 en el polideportivo). Si su autoestima está eso, baja, quizás su charla le cambie la vida, que es lo que ha logrado con miles de personas, comenzando por su representante en Canarias, Luis Falcón, quien lo admite casi con fervor.

¿Cómo sintetizaría su mensaje?

Busco ayudar a la gente a recordar las claves de toda la vida, que ya las decían nuestras abuelas y profesores, pero que se nos olvidan…

¿Y son?

Valorar lo sencillo, volver a ser cariñoso con tu entorno… En definitiva, sacar la mejor versión de ti mismo. Por ejemplo, tras mi conferencia en Las Palmas, la gente estuvo sacándose fotos conmigo y dándome besos más de una hora, diciéndome que acababan de darse cuenta de que la felicidad depende de ellos mismos. Les ayudo a mejorar su jardín, su relación con su pareja, con lo más cercano…

Ese concepto hebreo de que alguien que salva a otro ha salvado a la humanidad…

Sí, eso, perfecto.

¿Por qué tanta gente pierde esas claves?

Porque hemos creado una sociedad que piensa que lo importante reside en el tener, pero eso nunca te sacia. Da igual el coche, la casa, el televisor… Siempre hay otro mejor…

Hay muchas formas de tener, como tener la conciencia tranquila…

No es tener, sino ser. La felicidad está dentro, y eso ya lo tenían claro nuestros abuelos, que pasaron por guerras, hambre… No tenían tantas cosas materiales y eran equilibrados, sensatos, nobles, sanos…

¿Pero siempre se ha querido poseer…?

Creo que no. Ha ido por épocas. Siempre hemos sido materialistas, pero más ahora. Suelo poner un vídeo de gente de Mozambique que dice que en España no nos reímos, que siempre estamos tristes y que nos van a ayudar; que ellos no tienen problemas de estrés por la crisis, ni mala leche…

En el Norte de Europa no nos ven así…

Pero no es verdad. No somos tan alegres como nos creemos. Somos un país muy dado a recodar y dar vueltas a lo malo, a criticar..

Hay muchas españas, pues los canarios tenemos fama de amables…

Sí, son más cálidos, cercanos y cariñosos. Mucho más que la media. Lo que intento es transmitir ilusión por la vida, recuperar las ganas de hacer cosas y no conformarse con lo justo. Ir más allá. Como decía Shakespeare, los barcos están más seguros en el puerto, pero se hicieron para navegar, o Cervantes, que prefiere el camino a la posada…

¿Y eso no choca con la ambición…?

No. Hablo de disfrutar de lo que se tiene y valorarlo. La ambición buena es la de hacer las cosas mejor que el día anterior, ser más culto, formarse más, leer más… Mi mujer lleva 20 años trabajando con enfermos terminales y siempre dice que nadie, al morir, echa de menos haber dado más amor, cariño, comprensión… Al contrario. Esto lo llevamos dentro…

¿A usted quién se lo recordó?

Hace ocho años, a un amigo se le murió una hija de cuatro por cáncer y descubrí que, en el hospital, había 25 madres de niños muertos, y no hay nada peor en la vida, y estaban de voluntarias. La actitud la elige cada uno.

¿No se había percatado de eso antes?

Hasta ese extremo, no. Sabía que había gente positiva y negativa…

¿Pura socialización o hay algo innato?

Hay un componente de socialización y otro de entrenamiento. Todo lo que cuento, se entrena: ser más cariñoso, emocional, entusiasta… El carácter es moldeable, y eso lo puede decir la ciencia desde hace solo 14 años. Ya no vale decir: es que yo soy así…

¿Entiende que alguien le vea como charlatán?

Siempre empiezo por ahí. Ilusionarse es jodido, es mucho más fácil caer en la rutina. De media, no conozco ningún trabajo maravilloso, sino mejor, peor… Todos tenemos problemas, a nadie le va siempre bien, pero la otra opción es vivir resignado, un suicidio cotidiano, como diría Balzac.

El carpe diem de las cosas pequeñas…

Sí. Soy muy crítico con las conferencias y libros de autoayuda… En España se juega tanto a las loterías porque buscamos que se nos resuelva todo de golpe, en vez de buscar pequeñas razones dentro para ser más felices, sin demagogias.

¿Qué le ha ayudado más a usted…?

Leer mucho, ver a niños tetrapléjicos de Toledo, muchos de ellos moteros, que dicen que están mejor que antes desde que aceptan su nueva situación por tener ilusiones. De lo contrario, se mueren.

Ya, pero, ¿y la crisis, el paro…?

Justamente por eso hay que ilusionarse, para poder salir de ahí…

¿Qué les dice a los que vinculan optimismo con ingenuidad?

Todo lo contrario, el optimismo inteligente significa ver la vida con objetividad para superar las dificultades… La vida no es bella…

Roberto Benigni no le diría eso…

Uso mucho «La vida es bella» (la elige como película a aconsejar) y el libro en la que se basa, El hombre busca sentido, cuyo autor, un psiquiatra austríaco, decidió que los nazis no le amargarían la vida aunque hubiesen matado a su mujer, sus padres… Muchos profesores de Filosofía me felicitan por cómo llego a los adolescentes…

¿Falla mucho la educación en comunicación?

Muchísimo. Habría que cambiar todo el sistema educativo, aceptado por todos los partidos y que hubiese una asignatura sobre cómo ser feliz, que es lo más importante en la vida.

¿Ha sido muy infeliz?

Esa palabra no la conjugo. Hay momentos de más o menos felicidad, pues los absolutos no existen y todo es subjetivo. Intento convencer de que estar vivo es una pasada, y tener pareja, vivir aquí… Solo una de cada seis personas viven en el primer mundo…

Luis Galindo es Experto en Motivación y Optimismo Inteligente y conferenciante Diserta.

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