Ángeles González-Sinde: “La cultura se hace para compartir, no para recrearse en soledad”

De personalidad inquieta y curiosa, Ángeles González-Sinde cuenta con una admirable trayectoria en el mundo del cine y de la televisión y, más recientemente, en el de la literatura. Hemos hablado con ella sobre su vocación y sus proyectos, y sobre su visión de la cultura como motor del desarrollo de un país.

Recientemente ha sido elegida para formar parte de la Junta de la Academia Europea de Cine. ¿Cómo afronta esta nueva etapa profesional?

Me parece que vivimos un momento en el que Europa cada vez es más importante. No podemos perder de vista lo que hacen nuestros vecinos y me parecía crucial unir esfuerzos en dar visibilidad al cine europeo, que cada vez está más relegado en nuestro panorama cultural, dominado por lo local o las producciones norteamericanas.

Usted ya cuenta con la experiencia de haber presidido la Academia de Cine de nuestro país. ¿Cómo recuerda ese período?

Fue una etapa apasionante que supuso una verdadera transformación de la Academia. Nos trasladamos a la nueva sede e iniciamos una gran tarea de acercamiento y servicio a la sociedad.

¿Cómo valora la situación actual de la industria del cine española?

Es complicada por su inestabilidad. Se hacen demasiadas películas que no encuentran pantallas en las que distribuirse y no pueden acceder a su público natural. Hace falta que cambien muchas cosas, porque lo que sí es cierto es que al público, cuando tiene oportunidad de descubrir las buenas películas, reacciona muy positivamente, porque talento hay y mucho. Somos un país rico en talento.

Además, ha tenido una intensa y exitosa actividad como guionista. ¿Qué le atrajo de ese oficio y de qué manera desarrolló su habilidad para la escritura cinematográfica?

Estudié cine tardíamente. A pesar de que mi padre se dedicaba al cine mis primeros pasos profesionales no tuvieron nada que ver. Estudié Filología Clásica, trabajé en el sector de la industria musical, en una editorial, en prensa, siempre en la cultura, pero no en el cine. Sin embargo me atrajo un máster de guión de cine que dirigía José Luis Borau en la Universidad Autónoma. De su mano y de la de otros buenos maestros descubrí un oficio y una vocación. Luego recibí una beca Fullbright y estuve tres años en Los Ángeles ampliando estudios de cine.

De los guiones dio el salto a la literatura, tanto en narrativa infantil como de adultos. ¿Qué le impulsó a adentrarse en ese mundo?

El desgaste de escribir guiones para otros, con temas y criterios impuestos por otros hizo que sintiera la necesidad de redescubrir mi vocación casi volviendo al principio: contando una historia por el placer de contarla, en libertad. La relación entre autor y lector no necesita la mediación de actores, director, decorados, fotografía, montaje, todos esos elementos hacen al cine un medio muy poderoso y atractivo, muy complejo, pero también muy condicionado por la financiación. A veces no haces lo que quieres, sino lo que puedes. En la literatura eres mucho más libre.

¿Qué supone para usted la literatura?

Un terreno personal desde el que entrar en diálogo con mis conciudadanos. Una manera de hacer lo personal universal y, recíprocamente, de permitir que el exterior te contamine y te saque de tu visión unívoca de la realidad. Supongo que lo que más me interesa en la vida es la comunicación humana y el lenguaje en sus muchas formas sea musical, literario, audiovisual, plástico, dramático…

Como autora de una serie de libros infantiles, ¿cómo considera que se puede potenciar la lectura en la infancia?

Con el ejemplo. Los niños copian lo que hacemos. Nos imitan. Si los padres y madres leemos y nos ven que disfrutamos leyendo, leerán. Y también leyéndoles en voz alta a ellos. Cada día es imprescindible en este mundo acelerado reservar un ratito para leer con los niños. Es una manera de desconectar del mundanal ruido y crear un espacio de fantasía y de referencias profundas compartido.

¿Tiene futuros proyectos literarios en mente?

Estoy desarrollando otra novela muy distinta que espero tener acabada para después del verano. Y también estoy desarrollando algunas ideas para el cine.

Finalmente, ¿cuáles son sus mayores anhelos para la cultura española en general?

Que sea accesible al público. Los lectores, los espectadores, los asistentes a museos y exposiciones son los destinatarios naturales de la cultura. La cultura se hace para compartir, no para recrearse en soledad. Poner los medios para que los libros estén en bibliotecas y librerías, las películas en las salas, pero también en las plataformas digitales y las televisiones, y la música y los espectáculos en vivo en los auditorios y teatros es la mejor manera de fomentar la creación. Si los creadores no pueden ganarse la vida con sus oficios, la cultura se resiente. Sólo hay cultura en los países donde hay una profesionalización de la creación y el conocimiento, que siempre van de la mano.

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