Cambiar la historia a golpe de discurso

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De Churchill a Obama, de Himmler a Luther King pasando por Stalin o Mandela. Todos se dirigieron a sus fieles y en citas históricas recogidas ahora en un volumen.

Nada hay mejor para un país que un buen político con don de palabra, y nada más desastroso, desde luego, que un malvado con labia. Debido al desarrollo de los medios de comunicación, el cruel y turbulento siglo XX subrayó el extraordinario poder de la oratoria para transformar las mentalidades, unir los esfuerzos de los hombres y, en demasiados casos, para conducirlos a los abismos más profundos.

El periodista y escritor Andrew Burnet ha estudiado los alegatos contemporáneos más influyentes para preparar la recopilación que, con el título 50 discursos que cambiaron el mundo, publica ahora en español la editorial Turner. Cabe reconstruir los últimos 100 años de historia a través de estas alocuciones decisivas y vibrantes, algunas también aterradoras, pronunciadas en su mayoría por activistas, hombres de Estado y empresarios visionarios.

Encontramos aquí, por supuesto, el célebre Ich bin ein Berliner (Soy berlinés) de un JFK que insufló ánimos a los ciudadanos de la ciudad, dividida por el Muro, frente al vecino comunista, aunque en otras partes de Alemania la frase despertó cierta sorna porque ein Berliner es un dulce tradicional, la famosa berlinesa.

Apenas 20 años antes, muy cerca de allí, Heinrich Himmler se había dirigido a los oficiales de las SS destinados en la Polonia ocupada para exponer con escalofriante elocuencia la necesidad de aniquilar a los judíos europeos en lo que llamó eufemísticamente la solución final. «Tenemos el derecho moral y el deber para con nuestro pueblo de matar a esa gente que nos mataría a nosotros si pudiera», declaró el jefe de la policía política nazi.

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