Ricardo Hausmann, docente de la Universidad de Harvard y conferenciante Diserta, ha concedido una entrevista al periódico digital El Comercio. En ella reflexiona sobre la situación económica latinoamericana dentro del escenario internacional. Hausmann considera que el cambio de la matriz productiva es fundamental para la calidad del diálogo público-privado y para desarrollar capacidades de regulación y capacitación en Latinoamérica.
¿La bonanza que ha vivido América Latina llegó a su fin o puede ser un bache temporal?
En la última década, los paÃses que manejaron bien su economÃa, e incluso los que no lo hicieron, se veÃan bien, porque venÃan creciendo con altos precios de las materias primas y acceso a los mercados financieros internacionales. Ahora el reto para la región es crecer con el viento en contra.
¿Cuál es el escenario para América Latina en medio de una caÃda de precios del crudo?
Mi sensación es que el precio del petróleo se va a mantener bajo por un perÃodo más prolongado. Lo que sucede actualmente no es transitorio como para creer que regresaremos a niveles sobre USD 90 por barril. Es muy difÃcil de predecir el precio, pero si hay que proyectarlo lo harÃa sobre la base de USD 70. A fines del 2008 hubo una caÃda de precios similar, pero duró apenas el primer trimestre del 2009. Son dos eventos radicalmente distintos. A finales del 2008 y principios del 2009 hubo una enorme recesión económica internacional. Arabia Saudita estaba en la onda de recortar producción para mantener los precios y asà lo hizo.Ahora está en una estrategia muy distinta.
¿En qué consiste?
Arabia Saudita ha visto que este largo perÃodo de precios altos de petróleo ha llevado a un aumento de 4,5 millones de barriles en la producción de EE.UU., y sigue subiendo. La señal que quiere enviar es que los precios ya no serán los mismos que permitieron esa expansión en la producción. Y lo mismo se aplica para Rusia.
¿Arabia Saudita puede frenar las inversiones en Estados Unidos y Rusia?
Claro. Todos los proyectos de inversión petrolera tienen que volver a calcularse con un precio del barril menor. Y hay muchos de ellos que no serán rentables con un barril de USD 80, lo que ralentizará la inversión en proyectos caros en el mundo, incluso en los de aguas afuera, por ejemplo, en Brasil. Usted hablaba de que este escenario adverso diferenciará a los paÃses que hicieron bien la tarea de aquellos que no la hicieron.
¿En qué grupo ubica a Ecuador, como exponente del panorama latinoamericano?
Hay varias cosas que decir de Ecuador. En los últimos 40 años el paÃs ha crecido con el precio del petróleo. La recuperación de la economÃa en la última década ha venido de la mano de un escenario petrolero fuertemente expansivo, que permitió un gobierno con más recursos para invertir en infraestructura, en polÃtica social, etc. Son logros en un contexto de bonanza. Debo decir también que ha hecho algunas tareas para ampliar la base fiscal, que da cierta solidez, pero que también está relacionado con la renta petrolera.
¿En qué sentido?
El mayor ingreso petrolero hace que aumenten las importaciones, las cuales pagan el 12% de IVA. Y que suban las recaudaciones por el 5% del impuesto a la salida de divisas.
¿Se hizo la tarea para cambiar al sector productivo?
He visto poca transformación productiva: se sigue exportando petróleo, banano, café, camarones, flores. Hay poco adicional: espárragos, alcachofas, algo de turismo. El cambio en la matriz productiva ha sido mÃnimo y muchas polÃticas que están sobre el tapete son de sustitución de importaciones y no de promoción de exportaciones.
¿Cuál es el inconveniente en sustituir las importaciones con productos locales?
Muy pocas industrias se pueden planificar de manera productiva si el marco de referencia es el mercado ecuatoriano, con 16 millones de habitantes, cuando en el mundo hay 7 000 millones. Esa diferencia hace que mucha de la producción moderna tenga que hacerse en base a cadenas globales de valor, que no funcionan bien cuando las polÃticas de los paÃses son muy proteccionistas.
¿Qué efecto puede generar la polÃtica de sustitución de importaciones en la competitividad del paÃs?
Creo que puede destruirla. El peligro de la sustitución de importaciones, si se hace por la vÃa de restricciones administrativas o de convenios donde se amenaza a las empresas con no dejarlas sacar la mercaderÃa de los puertos, lo que hace es obligar a las empresas a comprar insumos más caros y de menor calidad, ocasionando que el producto final sea menos competitivo. La sustitución de importaciones puede llegar a destruir la capacidad de exportación. Hay mucha evidencia académica sobre eso. Pero paÃses como Corea del Sur o EE.UU. han protegido a sus industrias. Al igual que Ecuador y muchos paÃses de la región, en las décadas de los 60 y 70. Dependiendo cómo se haga puede repetirse lo que llaman protección a la industria infantil, pero en realidad puede ser una protección a la industria enana, que no va a crecer porque la empresa fue pensada en un mercado chiquito.
En Corea funcionó.
Los coreanos, desde el principio, pusieron requisitos de exportación a sus empresas. Sà hubo ayuda estatal, pero las empresas tenÃan que comprometerse a exportar, porque asà funciona el modelo coreano.
¿Cómo puede coexistir una polÃtica de sustitución de importaciones con acuerdos de libre comercio entre paÃses latinoamericanos y la UE?
Esa contradicción se tendrá que zanjar en algún momento. Muchas cosas en materia de sustitución de importaciones se han hecho de manera informal, con trabas al comercio, barreras no arancelarias, normas técnicas, persuasión moral y demoras en la nacionalización como herramientas de negociación, lo cual es sui géneris.
¿Cómo mejorar el cambio de esa matriz productiva?
El objetivo es correcto. Los paÃses crecen, no produciendo lo mismo, sino cambiando a una mayor diversidad y complejidad de lo que hacen. Eso requiere una cooperación muy fuerte entre el sector público y privado. El proceso de cambio de la matriz productiva implica desarrollar capacidades normativas, de regulaciones, de entrenamiento laboral, etc. Por eso la calidad del diálogo público-privado es central.Â