No había terminado aún el año 2012 cuando la gran dama italiana de la ciencia fallecía a la edad de 103 años en su casa de Roma. Rita Levi-Montalcini fue uno de los personajes contemporáneos más sobresalientes de la historia reciente, reconocida por su legado médico y científico pero sobre todo por sus contribuciones humanas y su lucha por la equidad de género y los derechos humanos.
Premio Nobel de Medicina en 1986, junto al profesor Stanley Cohen, por el descubrimiento de la molécula llamada Factor de Crecimiento Neurológico, Rita fue la décima mujer en formar parte de la selecta Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, recibió el más importante reconocimiento de la comunidad científica estadounidense, la Medalla Nacional de la Ciencia, y de vuelta en su Italia Natal, fue designada Senadora Vitalicia por el entonces presidente de la república italiana Carlo Azeglio Ciampi. En 103 años no dejó nunca de trabajar. Como ella misma decía, el cuerpo se arruga, pero el cerebro no. Sólo lo arrugan la inacción y el desencanto.
Mujer optimista, perseverante y comprometida, luchó toda su vida por defender los valores en los que creía y los dejó plasmados, pensamiento a pensamiento, en cada uno de sus libros. También en sus obras. En 1994 creó una fundación que ha presidido hasta su muerte, dedicada a prestar ayuda para la educación de mujeres jóvenes, especialmente en África. Y su última voluntad no podía ser otra que dejar todo su patrimonio a la investigación científica. Para seguir avanzando, entre otras, en esa disciplina inaugurada por ella misma llamada neurobiología moderna.