Harold Kroto es un científico de letras. O un humanista de ciencias. Curioso y enérgico, es un hombre de múltiples intereses fascinado por diseño gráfico, la filosofía, el arte clásico y la música, que cree en los avances científicos y en su contribución a la humanidad, así como en el potencial de la educación en ciencia como única forma de progreso en las sociedades democráticas.
Su papel en la divulgación científica es de gran importancia en la historia reciente del hombre, siendo el fundador (junto Patrick Reams de la BCC) del Vega Science Trust, una organización para la comunicación de la ciencia y el humanismo secular a través del cine y otras plataformas audiovisuales, por el que ha recibido uno de los galardones más importantes en este ámbito: el premio Michael Faraday “por su dedicación a la idea de que los científicos sean comunicadores de su trabajo y por su creación de una fundación cuyas películas reflejan la emoción del descubrimiento científico al público“.
Pero si por algo es conocido este profesor de Química de las universidades de Sussex y Florida es por su descubrimiento ‘accidental’ del Fulereno mientras estudiaba las reacciones químicas en el espacio, por el que fue galardonado en 1996 el Premio Nobel de Química junto a Robert F. Curl y Richard Smalley, tras el que se le empezó a considerar el científico más experto y reconocido en nanotecnología a nivel mundial.
Su pasión por la ciencia le ha llevado a dar la vuelta al mundo para dar a conocer sus avances científicos y las implicaciones que conllevan en ámbitos como el transporte o la electrónica, en una serie de charlas amenas e interactivas con gran aceptación entre el público.
Junto al Premio Nobel de Química, Harold Kroto ha sido distinguido en numerosísimas ocasiones por su contribución esencial a la ciencia, entre las que cabe destacar la Medalla Copley de la Royal Society o el título de Sir de la Reina Isabel II de Inglaterra.